1 Señor, yo te alabo
porque tú me liberaste,
porque no has permitido
que mis enemigos se burlen de mí.
te pedí ayuda, y me sanaste;
me diste vida, me libraste de morir.
¡alabad su santo nombre!
pero su buena voluntad, toda la vida.
Si lloramos por la noche,
por la mañana tendremos alegría.
“Nada me hará caer jamás.”
me afirmaste en lugar seguro.
Pero me negaste tu ayuda
y el miedo me dejó confundido.
a ti, Señor, suplico:
con que sea llevado al sepulcro?
¡El polvo no puede alabarte
ni hablar de tu fidelidad!
Señor, ¡ayúdame!
me has quitado el luto
y me has vestido de fiesta.
no puedo quedarme en silencio:
¡te cantaré himnos de alabanza