¿Es LA PORNOGRAFÍA solo un pasatiempo inofensivo?


CUANDO los arqueólogos de la época victoriana comenzaron a excavar sistemáticamente en las antiguas ruinas de Pompeya, se toparon con algo que los horrorizó. Esparcidas entre los hermosos frescos y demás obras de arte, había numerosas pinturas y esculturas eróticas. Las autoridades, consternadas por la naturaleza escabrosa de los hallazgos, los almacenaron en museos secretos. A fin de clasificarlos, acuñaron el término pornografíapornográphos, “el que describe la prostitución”). Hoy día, se define la pornografía como “descripción escrita o representación real o visual de cuerpos humanos desnudos en actitudes relacionadas con el sexo y, por lo general, para despertar la morbosidad del lector o espectador”.

En la actualidad, la pornografía está muy extendida y la acepta la mayor parte de la sociedad moderna. Lo que antes se limitaba a determinados barrios de mala reputación donde se concentraban los cines indecentes y los burdeles, ahora es algo muy común en muchos lugares. Tan solo en Estados Unidos, la pornografía genera más de 10.000 millones de dólares anuales.

Algunos defensores de la pornografía sostienen que es un modo de darle vida a un matrimonio aburrido. Una escritora dice: “Estimula la imaginación. Enseña cómo obtener placer sexual”. Otros afirman que fomenta la franqueza sobre los asuntos sexuales. “La pornografía beneficia a las mujeres”, alega la escritora Wendy McElroy.

Wendy McElroy

Ahora bien, no todo el mundo concuerda con lo anterior. A menudo se ha relacionado la pornografía con una amplia gama de conductas y actitudes dañinas. Algunas personas creen que hay cierta conexión entre la pornografía y las agresiones de que son víctimas las mujeres y los niños, como por ejemplo las violaciones. El infame asesino en serie Ted Bundy admite que tenía una “fuerte adicción a la pornografía violenta”. Señala: “Es algo que no percibes inmediatamente. No eres consciente de que tienes un grave problema. […] Pero este interés […] se va orientando hacia asuntos de naturaleza sexual que implican el uso de la violencia. Quiero dejar bien claro que se trata de algo gradual. No pasa de repente”.

En vista de la interminable polémica en torno a este asunto y de la gran difusión de material pornográfico, tal vez usted se pregunte: “¿Ofrece la Biblia guía al respecto?”.

La Biblia es Franca en cuanto al Sexo

Las Escrituras hablan con franqueza y sin rodeos sobre las cuestiones sexuales (Deuteronomio 24:5; 1 Corintios 7:3, 4). “Regocíjate con la esposa de tu juventud […] —aconsejó Salomón—. Que sus propios pechos te embriaguen a todo tiempo.” (Proverbios 5:18, 19.) Además, la Biblia da consejo y guía al respecto, e incluso especifica los límites a los que ha de atenerse el sexo: las relaciones sexuales fuera del matrimonio y toda conducta sexual pervertida están prohibidas (Levítico 18:22, 23; 1 Corintios 6:9; Gálatas 5:19).

En vez de representar las relaciones sexuales como una bonita e íntima expresión de amor entre un hombre y una mujer casados, la pornografía rebaja y distorsiona el acto sexual. Da a entender que las aventuras amorosas y las relaciones sexuales pervertidas son emocionantes y aconsejables. Asimismo, concede gran importancia a la gratificación personal y poca o ninguna a los sentimientos de la otra persona.

La pornografía presenta a mujeres, hombres y niños como meros objetos de placer sensual. Un informe comenta: “La belleza la determinan las dimensiones de algunas partes del cuerpo, lo cual crea expectativas poco realistas”. Y otro estudio añade: “Comunica la idea de que las mujeres son figuras anónimas y sin personalidad, juguetes sexuales siempre a la espera de un hombre, que se desnudan y exhiben el cuerpo por dinero y por diversión. Por tanto, el mensaje que trasmite la pornografía jamás podrá conciliarse con la igualdad, la dignidad y la humanidad”.

La pornografía distorsiona la visión que se tiene del sexo opuesto

El amor, por el contrario, “no se porta indecentemente —escribió Pablo—, no busca sus propios intereses” (1 Corintios 13:5). La Biblia exhorta a los hombres a ‘amar a sus esposas como a sus propios cuerpos’ y a ‘asignarles honra’, no a tratarlas como simples objetos de gratificación sexual (Efesios 5:28; 1 Pedro 3:7). ¿Se porta decentemente el hombre o la mujer que contempla con regularidad imágenes de contenido sexual explícito? ¿Demuestra honra y respeto? En vez de amor, la pornografía fomenta los deseos egoístas.

Además, hay otro factor que debe tomarse en cuenta. Como sucede con cualquier otro estímulo impropio, lo que al principio pudiera excitar a una persona, deja de hacerlo enseguida. “Con el tiempo —dice un escritor—, [el consumidor de pornografía] necesita material más explícito y más degradante […]. Quizá presione a su pareja para que participe en actos sexuales cada vez más extraños […], y su capacidad de expresar afecto disminuye.” ¿Le suena a pasatiempo inofensivo? Pero existe aún otra importante razón para evitar la pornografía.

Aun dentro de esos límites, se espera que haya ciertas restricciones y que impere el respeto. “Que el matrimonio sea honorable entre todos —escribió el apóstol Pablo—, y el lecho conyugal sea sin contaminación.” (Hebreos 13:4.) Este consejo contrasta muchísimo con la finalidad y el mensaje que transmite la pornografía.



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