¿Planea Estados Unidos la invasión silenciosa de México, generando un estado fallido a través de la falsa guerra contra el narco? Compañías militares privadas, como Blackwater (Xe Services), se llevan millones de dólares del narcopastel mexicano; Estados Unidos ya tiene una base de inteligencia operando dentro del territorio mexicano.
Una de las preguntas que surgen habitualmente entre los ciudadanos mexicanos, es ¿para qué seguir con la guerra contra el narco, si a todas luces se revela absurda? Esta guerra cuyo único resultado visible es el escalamiento de la violencia y la tensión social, es absurda para los ciudadanos, pero no es absurda para el gobierno mexicano y tampoco, sobre todo, para el gobierno de Estados Unidos, para los cuales es, sobre todo, un gran negocio, y parte de un plan más amplio. Los ciudadanos que mueren, o la policía y soldados que mueren, son solamente casualidades, peones prescindibles en el marco de un superobjetivo. Aún cuando el presidente Felipe Calderón pueda apelar a razones sociales o morales para lanzar su cruzada contra el narco –aún cuando estas razones puedan ser parte de su razonamiento dentro del conservadurismo fanático de su partido y de su ideología política- la realidad es que lo que mueve a esta guerra contra el narco no es muy distinto de lo que mueve la guerra contra Irak, y muchos de los actores son los mismos, como es el caso del mayor ejército privado del mundo Blackwater, hoy Xe Services.
Para decirlo en pocas palabras la guerra contra el narco en México es parte de un enorme negocio de contratistas militares estadounidenses que prestan servicios de asesoría, entrenamiento y venden armas –a ambos bandos-; también, para las dependencias que manejan espectaculares presupuestos de seguridad en México y para el mismo gobierno que militariza el país y crea una policía que, pese a su incompetencia o corrupción, permitiría también reprimir movimientos sociales que verdaderamente atentaran contra el gobierno y no sólo cárteles enemigos, en oposición a cárteles amigos, como el de Sinaloa. Es decir la creación de un estado vigilante y militarizado (una de las principales razones por las cuales se han prohibido las drogas en el mundo, como ya lo atisbaba William Burroughs hace 50 años).
Pero para que el negocio sea redondo, el plan parece involucrar como meta final la precipitación de México como un estado fallido, lo cual permitiría la movilización del aparato militar estadounidense en México y la apropiación de los recursos naturales –tanto como por un pacto de ayuda como por una medida de seguridad nacional y de protección de su frontera. ¿Suena muy lejano? ¿Otra teoría de la conspiración? Analizemos el caso, revisemos antecedentes y consideremos los datos puntuales que nos hacen pensar que esto está sucediendo.
El periodista James Cockcroft ha publicado un nuevo libro llamado ominosamente “Mexico’s Next Revolution”, un extracto de este libro puede ser leído aquí en inglés y aquí se puede descargar un PDF en español de un artículo donde se resumen las ideas de este libro. La tesis de Cockcroft es fundamentalmente que existe un plan actualmente para que México se convierta en un estado fallido y Estados Unidos inicie una progresiva invasión, sino al punto de lo que ha sucedido en Afganistán, al menos como ha ocurrido en Colombia, donde Estados Unidos tiene varias bases militares operando. Cockcroft además, junto con el periodista e investigador Gilberto López y Rivas, ve en el Plan México 2030 de Felipe Calderón el proyecto de ceder el control del país a Estados Unidos.
La guerra contra el narco, dice Cockcroft, sirve para “justificar a Estados Unidos enviar a su personal y participar en las operaciones de inteligencia para así incrementar el control de la población de ambos países”. Y agrega que los mexicanos, en el estupor del duopolio televisivo “no saben que la guerra es una excusa para militarizar la nación”.
Una prueba de esto es la Oficina Binacional de Inteligencia con sede en la Ciudad de México, la cual no ha recibido mucha publicidad pero tiene agentes de la Agencia de Inteligencia Militar (DIA), la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) y la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), dependientes del Departamento de la Defensa, el Pentágono. Asimismo hay delegados de la Agencia Federal Antinarcóticos (DEA), la Oficina Federal de Investigación (FBI) y la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), que responden al Departamento de Justicia.(Mas)