
A mis dilectos alumnos de la UNAM les había externado el aparatoso síndrome Prius, mediante el cual Toyota, la primera automotriz global que había desbancado a las quebradas automotrices de EU de los primeros sitiales, sufre despiadadamente una campaña de lapidación exorcista (apan-bashing) por los multimedia de EU, verdaderos doberman bien entrenados y condicionados, lo que obliga a plantear la hipótesis geopolítica de represalias del Pentágono por la solicitud del retiro de su base en Japón.

Apartir del «factor Massachusetts», donde Obama recibió una severa paliza por el neopopulismo de extrema derecha racista del Partido del Té (Bajo la Lupa, 24/1/10), el mandatario estadounidense –quien políticamente padece un ostensible «síndrome de personalidad múltiple»– ha sufrido una asombrosa transmogrificación (cambio a una forma extraña) que se ha cargado al belicismo neoconservador straussiano y bushiano, quizá, con el fin de prevenir una derrota del Partido Demócrata en las elecciones de noviembre próximo.En medio de la mayor ofensiva militar de Estados Unidos (EU) en Afganistán, sumada a la intervención en Yemen, Obama decidió jugarse su presidencia al elevar la puja bélica en varios frentes candentes del mundo que lo han llevado a confrontaciones inocultables con la eurozona, China, Rusia y Japón –para citar potencias del más alto nivel geoestratégico–, ya no se diga con una mediana potencia como Irán.Subrayamos la eurozona y no la Unión Europea para delimitar el doble juego de la legendaria perfidia de Gran Bretaña, que pertenece a la última y no a la primera, donde se ha dedicado con su fauna de especuladores profesionales a balcanizar y vulcanizar al euro.

¿Hasta dónde llegará la transmogrificación de Obama?-¿Podrá superar las hazañas bélicas de Baby Bush, a quien creíamos inalcanzable en su nihilismo global?.
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