
Falta una semana apenas para el 9 de septiembre, cuando vence el plazo fijado por la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para que Irán cumpla con las nuevas sanciones, arbitraria e injustamente impuestas como siempre. A partir de esa fecha, los buques iraníes -siguiendo la resolución- deben permitir su inspección por los de Estados Unidos, Israel y otros dispuestos a sumarse a la aventura. Con ese propósito fue despachada hacia el Golfo Pérsico una importante fuerza naval estadounidense acompañada por unidades de superficie y submarinas de Israel, desplegadas desde principios de agosto frente a las costas de Irán.

Irán no aceptará la humillación de su soberanía. Ha reiterado que rechazará el intento de abordaje de sus barcos por lo que la flota enviada al Pérsico, a menos que reciba contraorden, se vería ante la única alternativa de intentarlo por la fuerza. Si no hay contraorden,siguiendo la lógica expuesta por Fidel Castro no es difícil imaginar la andanada de fuego que se desataría en ambas direcciones cuando las embarcaciones iraníes se nieguen a ser abordadas e imposible calcular el número de naves de ambas partes que serían hundidas en un lapso muy breve.
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