Empresas como Exxon Mobil y DuPont presionan al interior de instancias gubernamentales estadounidenses para evitar que se difunda información sobre sustancias que utilizan en la fabricación de sus productos con probados efectos cancerígenos.
Para lo que unos es un basurero, para otros es un paraíso, reza la consigna, que lamentablemente se cumple en una situación que se creería impensable o inadmisible, el de poderosas empresas químicas que obstaculizan la prohibición de sustancias con efectos cancerígenos probados, solo porque estas forman parte imprescindible de su fuente de ganancias económicas.
De acuerdo con una investigación periodística del New York Times, el llamado Big Chem, una asociación espontánea y disimulada de empresas del ámbito químico, trabaja frenéticamente para suprimir el consenso científico en torno a sustancias con potencial efecto cancerígeno presentes en productos de uso cotidiano como barniz de uñas o limpiadores para alfombra, con el argumento de que difundir esta información provocaría «confusión pública».